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Este
año, Colombia ha sufrido en gran medida la devaluación de la moneda nacional
frente al dólar, lo que genera inflación en los sectores de la economía, más
que todo en el agropecuario.
Todos
los bogotanos y colombianos consumen alimentos a diario, los cuales se han
encarecido fuertemente, afectando el consumo de la canasta básica familiar; sin
embargo, el Estado no ha querido ver que el problema también repercute en el
salario mínimo.
En
Bogotá, como ciudad capital los gastos diarios en una familia son extensos, sin
embargo el Estado no suple estas necesidades convenientemente, dictaminando un
salario que no alcanza para las necesidades básicas y mucho menos si se le
aumenta la inflación que presenta hoy el país. Por lo tanto, es importante que
el Gobierno ejecute estrategias, como negociar el aumento del salario mínimo,
para no afectar y peor aún restringir algo tan básico como el alimento diario
de una familia; es claro que los ingresos y egresos de las familias bogotanas
están fuera de la balanza, aspecto que preocupa profundamente.
Este
tipo de situaciones generan preocupación sobre el futuro de la economía
agropecuaria del país, la cual ya está afectando directamente la canasta básica
familiar de los bogotanos y se ve reflejada en los estratos bajos y medios, los
cuales se han tenido que restringirse de alimentos que solían consumir y su
sueldo ya no les permite. Dado esto, el Estado debe ser balanceado para
mantener el nivel de la economía de las familias, para así, generar crecimiento
a la economía y poder adquisitivo de Colombia.